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El submarino quiere navegar con todo en Europa y no hundirse en la Liga

El Villarreal CF llega a su cita de este sábado contra Osasuna con la sensación de estar viviendo un momento clave en su temporada. La exigencia del calendario aprieta, con la Liga y la Champions disputándose al mismo tiempo, y Marcelino sabe que ha llegado la hora de dosificar, de mover piezas en el tablero sin perder ni un gramo de competitividad.

Los números hablan por sí solos. Tajon Buchanan y Georges Mikautadze, dos de los hombres más desequilibrantes en este inicio de curso, ya superan los 500 minutos en las piernas. Apenas un respiro entre partido y partido, siempre en primera línea, siempre al límite. Tras ellos, una segunda línea que también acumula desgaste: Pape Gueye, Nicolás Pépé, Luiz Júnior, Santiago Mouriño, Juan Foyth y Sergi Cardona ya han rebasado los 400 minutos de juego, reflejo de un inicio de temporada intenso y sin concesiones.

Con estos datos sobre la mesa, las rotaciones no son un capricho, sino una necesidad. El Villarreal se juega mucho más que tres puntos: se juega su credibilidad como equipo grande, capaz de competir en dos frentes sin que la balanza se incline hacia uno u otro. Osasuna será la prueba que revele si el fondo de armario amarillo está realmente a la altura de la ambición del club.

Y aquí es donde entra en juego un factor que, hasta hace poco, era el gran debe del Villarreal: la profundidad de plantilla. Durante años, el submarino amarillo sufría cuando debía dar descanso a sus titulares. Los jugadores de segunda línea no lograban mantener el nivel, y el equipo lo pagaba caro en resultados y en confianza.

Pero esta temporada es diferente. La dirección deportiva ha trabajado para elevar el nivel medio del vestuario. Ya no se trata solo de tener un once competitivo, sino de contar con veinte futbolistas capaces de sostener la misma intensidad, el mismo hambre y el mismo nivel de calidad. Esa evolución es la que permite hoy que el Villarreal mire a la Champions con ambición sin renunciar a la pelea en LaLiga.

El duelo ante Osasuna no será solo un partido: será un examen silencioso a la gestión de plantilla, una demostración de fuerza colectiva. Porque si en el pasado las rotaciones eran una debilidad, ahora pueden convertirse en la prueba definitiva de que el Villarreal ha dado un paso adelante hacia la élite.

El submarino quiere navegar con todo en Europa y no hundirse en la Liga. Y para lograrlo, este sábado puede comenzar a escribirse una de esas páginas que separan a los equipos buenos… de los verdaderamente grandes.

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Submarino Amarillo