El Villarreal ha demostrado que el verdadero tesoro no siempre está en fichar estrellas, sino en formar a las propias. En apenas tres temporadas, la cantera de Miralcamp ha generado nada menos que 191 millones de euros en traspasos, una cifra que ha permitido al club dar un giro de 180 grados a su plantilla sin necesidad de grandes desembolsos.
Tras vivir una etapa dorada entre 2020 y 2022, con títulos europeos y noches mágicas en Champions, la entidad castellonense se vio obligada a redefinir su hoja de ruta. La solución fue apostar por un modelo más austero en fichajes, pero respaldado por la enorme proyección de sus canteranos, que se han convertido en la principal fuente de ingresos.
El curso 2023–24 marcó el primer gran golpe en el mercado: Nico Jackson (38 M €), Pau Torres (33 M €), Samu Chukwueze (21 M €), Manu Morlanes (2,5 M €) e Iván Martín (2 M €) dejaron en caja más de 90 millones. Una auténtica bocanada de aire financiero.
La tendencia se mantuvo en la 2024–25, con operaciones todavía más impactantes. El club vendió a Filip Jorgensen (24 M €), y en esta ventana de mercado (verano 2025) Álex Baena (42 M € fijos) y Yeremy Pino (30 M €), todos ellos nacidos futbolísticamente en la cantera grogueta, confirmando el enorme valor de su trabajo de formación.
Hoy, el Villarreal presume de un modelo que combina sostenibilidad económica y competitividad deportiva, demostrando que, más allá de fichajes millonarios, el verdadero músculo de un club puede estar en su propia casa.













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